Buena voluntad
«Nadie debe olvidar que esos seis señores que se han sentado en una mesa esta noche han llegado en un año a cuatro acuerdos»
Esta noche he escuchado a Marcelino emocionado. Lo había pasado mal
el hombre. La prensa estaba encima, exponiendo cada refriega, sacando a
la luz cada trapo sucio de un esperpento vivido durante más de un año…
«Es que estoy muy contento y muy satisfecho», decía. Había sido testigo
de abrazos que 24 horas antes parecían imposibles.
La Madrugada ha encontrado un camino. Quizá siga teniendo curvas que
lo hacen sinuoso. Quién sabe. Lo mismo no eran necesarias propuestas
grandilocuentes. O a lo mejor el próximo Viernes Santo todos nos damos
cuenta de que para 2017 hace falta un cambio más radical. Pero nunca más
hay que salirse de él.
En la reunión de esta pasada noche se han dejado las rivalidades
cainitas a un lado, se ha dado un paso al frente y, limados de toda
aspereza, se han puesto el mono de trabajo una vez más para salvar un
acuerdo por la campana.
Me dirán que es la tercera vez que escribo un artículo en estos
términos. La primera fue tras el Cabildo de Toma de Horas; la segunda,
hace tan sólo un mes. Pero es que nadie debe olvidar que esos seis
señores que se han sentado en una mesa esta noche han llegado en un año a
cuatro acuerdos que, por H o por B, luego no han salido adelante
(esperemos que no pase lo mismo con este último).
Cierto es que todo debería haber sido más sencillo. No tiene
justificación la tardanza, ni el espectáculo bochornoso que se ha
originado en torno a este asunto, tan trivial en el fondo como necesario
en la forma, por mucha demagogia que quiera usarse para infravalorar
los problemas que realmente existen pero que, como hermandades,
necesitaban una salida mucho más fácil y solidaria.
Aunque la buena voluntad siempre se impone y eso es lo único que
nadie podrá reprocharles en todo este tiempo. Todos han actuado de la
forma que creían mejor para defender a sus cofradías, desde la más
pequeña con 2.500 hermanos a la más grande con 14.000. La misma buena
voluntad que han puesto en el Consejo. El Plan Nieto, hoy papel mojado,
es fruto de un enorme trabajo, con mayor o menor acierto, con mayor o
menor diplomacia o consenso. Ellos deben aceptar la crítica, que es
necesaria, y la exposición de la realidad también, pero el ensañamiento
no es justo y menos en estos ambientes en los que lo que debe primar es
el «amaos los unos a los otros».
Kant decía que «la buena voluntad no es buena por lo que efectúe o
realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos
hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en si
misma». Este acuerdo es bueno porque en él se han depositado las
mayores Esperanzas
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